viernes, 28 de enero de 2011

El Rey Pescador

Antes de que se quede en el tintero subo este post sobre una película que causó muchas risas y dio mucho que pensar en el cineclub. El texto lo he extraído de la web Canal TCM.

Tras sus trabajos con los Monty Python, en los que ya avistaban en Terry Gilliam algo más que dotes para la dirección cinematográfica, con las arriesgadas “Brazil” y “Las aventuras del barón Münchaussen” nacía en realidad un director singular, con personalidad, dueño de un universo propio y altamente crítico con el cine de consumo tradicional.

Nadie como Gilliam habría sido capaz de dar forma cinematográfica a este complejo guión de Richard LaGravenese, tan lleno de resonancias míticas. La película toma como punto de partida la vieja leyenda del rey pescador, una historia de redención tras el pecado y el remordimiento. Jeff Bridges, en el papel de un locutor de radio que de alguna manera ha conducido a la tragedia a uno de sus oyentes (ligera y lejamente basado en la figura de Howard Stern, el indiscutible líder de la radio en Estados Unidos), y Robin Williams en un extraño personaje, un antiguo profesor de Historia Medieval convencido de haber localizado el Santo Grial, son los protagonistas de “El rey pescador”, una ingeniosa reinterpretación del mito de Parsifal.

En su tarea frente a las cámaras, por la que Williams fue nominado al Oscar, les ayuda Mercedes Ruehl, cuyo trabajo fue recompensado con una estatuilla en la categoría de mejor interpretación de reparto. Los cazadores de cameos y curiosidades encontrarán también en la película al propio director así como al cantante Tom Waits. A quien no verán de ninguna manera es a Bruce Willis, quien pasó por el casting de Terry Gilliam sin suerte y sin que, a la vista del genial resultado final, especialmente en lo que a interpretaciones se refiere, nadie le eche de menos.


TRAILER

 

miércoles, 12 de enero de 2011

Crónicas del Club III: ¿Y qué es la felicidad?

Perseguir un sueño de juventud derribando las fichas cada vez más grandes del dominó de las mentiras. Eso hace Gregorio Olías durante todo la novela que acabamos de terminar: Los juegos de la edad tardía del extremeño Luis Landero. La bola de nieve que Gregorio va empujando ladera arriba durante los dos primeros tercios de la novela, se le viene encima cuesta abajo y sin frenos de la forma más esperpéntica posible. A Valle citaron precisamente algunas de las compañeras del club. Coincidimos en lo bien que está definida la personalidad de Gregorio: infantil, soñador y mentiroso a partes iguales y sin remedio. Ya que estábamos con el juego de las palabras el otro día, no podríamos decirlo mejor que nuestro compañero Alinando: Gregorio es un auténtico papafrita, de esos que dicen que van a hacer muchas cosas y al final no hacen nada de nada. Del final sólo diremos que destaca ese mismo esperpento vital de Olías y también mencionar que adquiere matices bucólicos, lo que le recordaba a Ra el desenlace de la película de Denys Arcand La edad de la ignorancia. Al final contemplamos a Gregorio con una sensación a medio camino entre la ternura piadosa (pobrecito, es como un niño), la severidad paternal (es que es normal, se lo acaba mereciendo) y la angustia existencial (¿qué será de nuestros sueños?) Acabamos la clase preguntándonos si no estará la felicidad en las pequeñas cosas más allá de todo el aparataje de bienestar que la sociedad que vivimos nos vende, y más allá de los sueños de grandeza que nos solemos hacer. En el recorrido en vez de en la meta.

Juegos de la edad tardía nos ha dejado en líneas generales un buen sabor de boca, estilísticamente nos han maravillado las metáforas llenas de poesía de Landero, y argumentalmente hemos disfrutado de las reflexiones filosóficas, metalingüísticas y sobre todo vitales que impregnan el libro: ¿No hemos sido todos (o seguimos siendo a veces) al menos un poquito Gregorio Olías? ¿No tenemos todos en la cabeza esos sueños de juventud? ¿No hemos dicho todos una mentirijilla de vez en cuando para reafirmarnos en nuestras convicciones? ¿No buscamos todos la felicilidad en nuestros sueños?

Opiniones negativas también hubo: algunos le cuestionamos a la novela que se hace demasiado densa y que la trama se dilata demasiado (hay demasiadas páginas). También hemos encontrado alguna que otra incongruencia menor como el trabajo de Olías que no ve nunca a su jefe a lo largo de los años (si bien lo consideramos como una licencia poética al esperpento) o la inclusión un tanto forzada del personaje de Isaías.

La próxima aventura nos llevará al país de las maravillas de la mano de Alicia. Terminamos con un regalito, espero que os guste: